domingo, 7 de septiembre de 2014

Viaje a un nuevo realismo de la conciencia

Viaje a un nuevo realismo de la conciencia

 
Entrevista a Mariana Docampo sobre su novela “Tratado del movimiento”. “Hace tiempo ya que las formas lineales o ‘continuas’ de narrar no me satisfacen. Siento que estos modos me resultan precarios”, sostiene la autora.

Augusto Munaro Especial para Cultura


Internet en relación a los nuevos dispositivos de escritura, surgidos a partir de tecnologías digitales, ha permitido a la escritora Mariana Docampo con su “Tratado del movimiento” (Bajo La Luna) alcanzar un nuevo ordenamiento de la realidad, tensionando y cuestionando a través de cada página, los verdaderos fundamentos de la narratividad.
Tan fascinante como inclasificable, la novela despliega todo un sistema alternativo de representación y estructuración del pensamiento. 

-Como en tus libros precedentes, aquí, las coordenadas escriturarias dan lugar a la libertad formal y psíquica del narrador. Una mirada descentrada de lo “tradicional”. 

-Supongo que es una necesidad de probar con nuevos modos narrativos.  Hace tiempo ya que las formas lineales o “continuas” de narrar no me satisfacen. Siento que estos modos me resultan precarios para el tipo de inquietudes que tengo. Así que traté de ir por otro lado.  Creo que estoy atravesando una “crisis de narrador”

-Da la impresión que Tratado del movimiento es una novela muy pensada, que profundiza- continúa algunas cuestiones religiosas iniciadas con tu libro anterior, La Fe. 

-En realidad el Tratado no es una novela muy pensada.  La escribí relativamente rápido (menos de un año), y fui dejándome llevar por el narrador, por su lógica, sus razonamientos. No hubo planificación previa. Fue como un viaje y surgió de una manera espontánea. Pero a la vez es cierto, que es una continuación del proceso narrativo iniciado en La Fe, y en ese sentido, esta voz viene ejercitándose desde hace rato.

-A menudo se analizan videos en YouTube, se transcribe información extraída de Wikipedia. Puntualmente, ¿qué fue lo que te interesó investigar a la hora de operar con las herramientas discursivas de internet?

-Desde hace ya varios años se me volvió natural navegar en internet mientras escribo, mientras trabajo, mientras vivo. Excepto si realizo actividades puramente físicas (si bailo, por ejemplo), estoy “conectada” de manera intermitente a la web.
Si hago una pausa en la lectura o en la escritura, es probable que chequee mails, o que busque algún dato en Internet, o incluso me distraiga con un video de YouTube y de ahí salté a otra página.
Luego vuelvo al trabajo, y al rato corto, y vuelvo a entrar. No es algo que me guste particularmente o que busque hacer, simplemente sucede. Y además, como la web es una red de comunicaciones, también por esa vía me comunico muchas veces con mis amigos, les escribo un mail, o pongo un “me gusta” en alguno de sus comentarios de Facebook.
Así que en principio te diría que no hubo una voluntad de investigar algo específico al escribir mi libro sino que fue natural para mí trabajar con esos materiales, porque se han ido incorporando a mi vida cotidiana, y van transformando el modo de estructurar mi pensamiento, mi tiempo, mi manera de relacionarme y sin dudas, mi escritura.
En ese sentido, el modo del libro surgió de mi necesidad de expresar, pero también de explorar las transformaciones que experimento. Y a la vez, es cierto que trabajé de manera intencional con los temas y herramientas de Internet, el Tratado es para mí algo así como una “aventura cibernética”. Siento que podría colgar la novela a la web, activar los links, e incorporarla. Funciona en esa estructura.   

-Hay momentos en que el libro podría interpretarse como observaciones psicoanalíticas de un caso de paranoia. Sobre todo cuando se teoriza partiendo del supuesto que la realidad es simulacro, y por lo tanto, todo es ilusión. Nuestro lenguaje también. ¿Pensás que podría ser interpretado como el cuaderno de un enajenado?

-Sí, totalmente. No sólo el Tratado, también algunos cuentos de “La Fe”, mi libro anterior, están en esa nota, en ese borde entre la locura y la cordura.  Me interesa además, que se trate de la voz que narra y no de un personaje “dicho”, porque en ese sentido, implica un desafío para mí como escritora.
 Entrar en esta lógica, tan libre y a la vez cerrada, en la medida que el narrador del Tratado todo el tiempo pega saltos, se abisma, abre sentidos pero al mismo tiempo los cierra, llega rápidamente a conclusiones, enuncia “verdades”, de maneras, incluso, muy rimbombantes.
Este modo me permite avanzar en zonas que a mí me interesa explorar, en relación a la palabra, al concepto de “verdad”, a los discursos, y sería muy difícil para mí hacerlo de no usar una voz narrativa de estas características.
Aunque a la vez, el narrador de esta novela podría ser un enajenado, como vos decís. Pero a mi entender si fuera solo eso, la novela perdería interés, porque ¿qué importancia tendría lo que dice? A los locos se los encierra, se los medica o se los piensa, pero no se los considera interlocutores válidos.
Y en el caso del Tratado, lo único que tenemos es su voz, lo que él o ella dice, su modo de razonar y de concebir el mundo, y que está como un poco “corrido”, pero a la vez, algunas cosas que dice no son tan “locas”. O al menos no lo son para mí.   

-Mariana, ¿las formas de narrar te resultan más atrayentes que el entramado en sí que puede ofrecer una historia?

-Sí, por supuesto. 

-¿Por qué?

-Si un libro no está bien escrito, si no hay una búsqueda formal, algo que estimule mi placer estético más allá de la historia en sí que se cuenta, pierdo el interés de manera instantánea. Pero en relación a los libros que escribí (excepto el primero) me interesó siempre poner en cuestión los modos de narrar, y el relato como instancia acabada. Y creo que es algo que desde chica ejercité.
Tengo un largo entrenamiento en detectar las fisuras de los discursos, algo así como una hendija fina por donde podés ver algo de lo que está detrás, y tal vez eso que está detrás sea exactamente lo opuesto de lo que muestra quien te habla, y lo que es peor, por supuesto, tal vez no sea opuesto, sino simplemente diferente (eso es aún más inquietante porque no hay posibilidades de traducción).
Entonces, para mí la palabra tiene un signo doble. Por un lado te permite explorar, adentrarte, decir, y por el otro, “tapa” o incluso anula posibilidades.  Por eso, si me das a leer un texto monolítico, unidireccional, no solo me aburro, sino que me resulta muy angustiante.
Así que siempre busco la flexibilidad en las ideas y en los modos en que éstas se expresan. Pienso además que los discursos políticos, los escolares, los científicos, los religiosos (en su exposición dogmática), los de los medios de comunicación, incluso el académico, tienen esta pretensión de mostrar (desde su formulación) un mundo acabado, completo, y ocultan o niegan sus contradicciones, y en esa corriente de voces estamos inmersos. Hoy por hoy hay una multiplicación de discursos, y eso vuelve todo muy agobiante. Por eso para mí la literatura es un lugar de resistencia.

-¿Compartís alguna filiación literaria con escritores contemporáneos?

-Creo que mi narrativa guarda muchos puntos en común con la obra ensayística de Vanesa Guerra, me refiero a ideas y enfoques, imaginarios compartidos.
También podría nombrarte narradoras y poetas que si bien tienen propuestas estéticas muy distintas a la mía, me interesan y cuya producción sigo: Mercedes Araujo, Paula Jiménez, Carolina Esses. Todas autoras de la editorial Bajo La Luna.  

-Refiriéndonos siempre desde un plano literario, me gustaría saber tu opinión sobre las propuestas canónicas actuales. ¿Son legítimas, o estamos ante un falso centro del cual debemos desplazarnos?

-Te digo la verdad, no sé exactamente cuáles son las propuestas canónicas actuales.  Porque el canon para mí siempre estuvo relacionado con la Academia, con la institución, y me da la sensación de que ahora se corrió de allí.
Pienso que la Universidad va perdiendo su “centralidad” y va ganando cada vez más poder la gran fuerza empobrecedora que llamamos “Mercado”. Y esto me resulta alarmante, porque sabemos que la cantidad de lectores no garantiza calidad en la lectura y responder a estas exigencias puede hacer peligrar la singularidad de lo que escribimos; está claro que es más fácil y seguro repetir fórmulas.
Pero además, estamos hablando de un circuito muy pequeño, muy local, de difusión y distribución. ¿De qué centro estamos hablando si nuestro país es totalmente lateral? Por eso sí, para mí se trata de un “falso centro” como vos decís, de un centro vacío.
Yo prefiero desactivar en mí la idea de “centro”, y explotar las lateralidades. Pienso que es el modo de mantenerme libre en la escritura. Ya iré viendo formas de lidiar con el monstruo del “Mercado” sin ser aplastada.

http://www.losandes.com.ar/article/viaje-a-un-nuevo-realismo-de-la-conciencia

lunes, 1 de septiembre de 2014

Nuevo Grupo! Taller de Escritura y Lectura - VIERNES 16hs. Palermo

A partir del Viernes 12  de Septiembre abro un Taller de lectura y escritura los viernes de 16 a 18hs. Serán en total 8 reuniones  
Leeremos textos de autores consagrados para analizar estructuras  y detectar el uso de estrategias y herramientas.
Produciremos textos a partir de consignas específicamente pensadas para ejercitar distintas técnicas narrativas.
Ejercitaremos: Diálogos, personajes, descripciones, narrador, tensión, trama, ritmos.
Veremos textos de: Salinger, O’Connor, Kafka, Lispector,  Ocampo, Balzac, Hemingway, Duras, Yourcenar,Lessing,Guerra, Araujo, Melville, Somers, Mansfield, Le Clezio,Kawabata, Tolstoi, entre otros.
Zona: Palermo
Con inscripción previa – Cupos limitados


miércoles, 13 de agosto de 2014

Lenguaje en acción. Por Nathalie Jarast para ADN

Lenguaje en acción
Por Nathalie Jarast, para ADN, La Nación

En Tratado del movimiento, Mariana Docampo recurre a las nuevas tecnologías para armar una delirante enciclopedia. “En algunos años el lenguaje prescindirá de su articulación oral a causa del progresivo aislamiento de las personas y del traslado de los espacios de comunicación a las redes sociales tecnológicas.  El lenguaje global pasará a existir sólo como escritura”.  Bajo esta premisa, Mariana Docampo construye Tratado del Movimiento.  De difícil categorización genérica, este nuevo libro presenta un narrador que realiza “un pasaje de plano” y relata su experiencia en una suerte de cuaderno de notas.
Atravesado por el discurso new age, los medios de la posmodernidad y las nuevas tecnologías, Docampo crea una especie de narrador mesiánico.  A través de un perfecto sistema de argumentación lógica, éste elabora teorías físicas para entender el mundo y lograr la trascendencia.  “El universo es creado al ser comprendido”, dice el narrador o narradora, ya que en ningún momento hay marcas de género en el texto.  El objetivo último de esta comprensión es el pasaje hacia un nuevo estadio de consciencia, que solo se logra mediante el aprendizaje de nuevos sistemas lingüísticos.  Así, lenguaje y movimiento se entretejen en un intrincado soliloquio.
Como el Pierre Menard de Borges, construye una “enciclopedia” con citas científicas falsas, inventadas inventadas o tomadas de elementos diversos que circulan en la Web. Entre las fuentes se encuentran YouTube, Wikipedia y Google.  Predominan teorías conspirativas, paranoia, y asociaciones extrañas.  Por ejemplo, el narrador cree hallar un portal a otra dimensión en la ciudad de Lakselv, Noruega.  Primero recibe un mail con publicidad turística para visitar la región, luego asocia este hecho con un llamado telefónico de Leonora Lakselv recibido meses atrás.  Se suman la foto de un pariente con la inscripción “Viaje de Lucio a Lakselv” y la dedicatoria en un ejemplar comprado en una librería de usados: “A mi querido Lakselv”.  Todos estos avisos, como los denomina el narrador, lo llevan a hacer una teletransportación, durante una noche de hipnosis.
No faltan explicaciones sobre los ovnis, teorías de los niños índigo y elementos tomados de las filosofías orientales.  No obstante, la base puede asimilarse bastante a las enseñanzas budistas e hinduistas: la búsqueda de conocimiento (samadhi) y llegar a un estadio de supraconsciencia (nirvana).  Esta heterogeneidad de componentes hace que sea difícil definir el género de esta obra, que se podría encontrar entre el ensayo y el monólogo interior. 
La observación del movimiento de los pájaros en la laguna de Lobos es el punto de partida para el desarrollo del libro.   Docampo realiza una descripción muy colorida de la naturaleza, que contrastan con las nuevas tecnologías que empapan el texto.  De este modo, Tratado del movimiento se propone como una gran sátira de la sociedad del siglo XXI.  O al menos de sus discursos.  Hay una fuerte mirada sociológica de los diferentes elementos de esta era tecnologizada, como la utilización de las redes sociales, los cambios en la composición familiar y la destrucción del medioambiente.
Mariana Docampo es licenciada en letras y autora de numerosos cuentos.  “El arte o la cultura”, presente en su antología La Fe, tiene muchas similitudes con este libro.  Los límites entre la palabra y la materia, y la construcción de la realidad a través de la primera, son los ejes centrales de ambos relatos.  Foucault atravesado por el discurso new age.  “La adquisición de los nuevos lenguajes y la posibilidad de su decodificación, lectura e interpretación es lo que podría hacernos a los humanos diferentes de los humanos”.

lunes, 11 de agosto de 2014

En "Cuatro libros en cinco líneas", por Mercedes Araujo. Para INMENDOZA.COM

Tratado del Movimiento. Mariana Docampo. Editorial Bajo la Luna.
Si como dice Jung, nuestra vida está dominada por la diosa Razón que es nuestra mayor y más trágica ilusión, Docampo cree que ya es hora de: o abandonarla o iluminar la ilusión. Este es el libro de la cordura perdida, de la belleza del caos y la interpretación explotada. Un narrador que se construye casi como un Adán o una Eva que mira este mundo terrenal, virtual e intergaláctico por primera vez y lo descifra entre teorías agujereadas, de manera arbitraria y fatal y a fuerza de pura potencia poética en acción. El pensamiento como capricho del lenguaje o la fantasía como único resultado de la introspección, un libro en el resuenan esos textos primigenios que explicaron todo por primera vez (La biblia o La Odisea). Si últimamente estás pensando siempre lo mismo, ponete en movimiento y leé el tratado.

Por Mercedes Araujo, para INMENDOZA.COM.  En "Cuatro libros en cinco líneas"
http://inmendoza.com/cuatro-libros-en-cinco-lineas/

viernes, 11 de julio de 2014

Tratado del Movimiento. Reseña en Las 12. Por Paula Jiménez

las12
VIERNES, 11 DE JULIO DE 2014


La narradora Mariana Docampo sigue arriesgando y experimentando entre las aguas del mundo virtual y el clamor de la naturaleza. El resultado: su última novela, Tratado del movimiento.

Por Paula Jiménez España
¿Tecnoespiritual o karmatecnológico? ¿Cuál será el nombre de cierto lenguaje new age con el que se expresa, por ejemplo, la Federación Galáctica, cuando envía mails masivamente para anunciar el advenimiento de los extraterrestres? Frío, técnico y bizarro, se preocupa por la transmisión del amor y la salvación de las almas sin usar nunca una palabra que conmueva. Un armado lingüístico de estas características es el que parece perseguir en el Tratado del movimiento la inquieta Mariana Docampo.
Esta novela, o más bien, texto fronterizo entre la ficción y la no ficción, ironiza sobre el siglo que nos toca vivir con su cambalache virtual: mezcla de espiritualidad con videos de YouTube, redes sociales con un complot de manipulación informativa. “El objetivo de los Grupos XY es obtener información detallada de todas las personas del mundo. El para qué es un misterio. Pero la concentración de poder por parte de estos organismos muestra en estos últimos años niveles alarmantes. Hasta el momento, los mencionados G-XY tienen acceso a información confidencial y personal que los ciudadanos entregan de manera espontánea: fotos, domicilio, correos electrónicos, números de teléfonos, listas de contactos, enumeración de gustos personales”, dice este/a narrador/a –el género a lo largo de sus 94 páginas permanece velado–, haciéndose eco de la paranoia que sufren miles de usuarios de Facebook. Entre delirios mesiánicos –terminará anunciando su resurrección entre los muertos al tercer día– y perdidx en la retórica hasta el absurdo, desarrollará una extensa y disparatada teoría sobre el ascenso a la quinta dimensión (donde no faltan links a páginas que efectivamente pueden encontrarse en buscadores como Google o Mozilla Firefox). Según sus conjeturas, este pasaje de plano se podría dar vía la observación de un tipo de danza no sonora: el vuelo de los pájaros. Pero la explicación última de esta bella locura tampoco es tan loca: la persona se aniquila y renace a partir de entregarse a la comprensión profunda de un lenguaje distinto del suyo. “Es una renuncia al ser para lograr la superación de lo humano”, afirma categórica la autora de La fe y de la novela El molino. Alto ideal de trascendencia y comunión, que desde la Sagrada Eucaristía hasta el Ho’ponopono, nos ofrecen el cristianismo y las nuevas creencias para elevar nuestros espíritus desorientados. Pero en el Tratado... tan absolutistas aspiraciones son plasmadas en clave de humor: “Por la tarde fui de excursión al río Paraná de las Palmas con los perros –dice Docampo–. Durante todo el trayecto presté atención a las comunicaciones que establecían con los otros perros de la zona. La transmisión de señales y signos en código cano no pudo ser descifrada por mí. Sin embargo, por las noches tomé anotación de los fonemas y los morfemas (...)”. ¿Y qué fonemas puede emitir un perro?, ¿ggg/u/a/u - g/u/aaa/u? Pareciera que la vida en la Tierra es descripta aquí para la comprensión de un grupo de extraterrestres que no tienen idea de lo humano y a los cuales hay que explicarles todo. Y en esto consiste, probablemente, el humor de Mariana, en su capacidad de desnaturalizar el mundo conocido. Ante esos ojos todo puede resultar curioso y convertirse, por ejemplo, en un portal para la evolución de la conciencia. Mariana Docampo escribió este libro inspirada en “El arte o la cultura”, un cuento de su propia autoría incluido en La fe. En él se configura un vasto mapa de conocimientos que, al igual que en el Tratado..., no pasa de una acumulación de datos que no van hacia ningún lado. Aunque sí van, porque el objeto mismo de este libro es la experimentación. La hábil pluma de Docampo se desliza aquí por un registro hermético hasta escindirse del lenguaje y exponerlo en su carácter de herramienta. De herramienta esencial. La única, como en el Génesis, capaz de darle forma al mundo.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8982-2014-07-11.html

jueves, 24 de abril de 2014

Dos textitos en la revista CLIC

REVISTA CLIC: http://clicrevista.wix.com/clic#!poligrafia05/c7ie
Paisaje en Kendall.
Por Mariana Docampo

Paisaje en Kendall 1

Entre las montañas cruzadas por ríos y caminos interiores, y lejos, el mar, arremolinado como en los cuadros de Turner, que entra en el continente y se empuja hacia las montañas, choca contra las piedras grandes por varias millas. Los estallidos de vapor se ven desde aquí. Y también un triángulo brillante bajo el sol indeciso. Las colinas verdes divididas por líneas marrones, son los cercos que separan una tierra de otra. Y las casas viejas con sus techos de lajas y su propio jardín, las ovejas nuevas y sus madres, las que morirán y las que no, las que no sabrán que sus hijas tiernas serán sacrificadas en invierno para que su carne sea comprada. Y las vacas galardonadas, las gordas y lustrosas que el toro preña. Él camina ágil pero lento, con sus músculos redondos y el sexo relumbrante. Y de este lado, la torre de un castillo.

Paisaje en Kendall 2

Sanna se acercó a nosotras, la más alta de las dos. La sonrisa cuyos labios, cuando se manifiestan, son rojos y húmedos. Kate, con sus ojos fervientes, había señalado las tierras alrededor, dijo que eran suyas, y luego apretó el acelerador y se introdujo por el camino fino. Llegamos y abrió la puerta de la casa. Nos invitó a pasar, la mirada orgullosa. Sanna bajaba de la huerta incrustada en la pequeña colina que había detrás. En un rectángulo verde se apretaban las verduras y las flores, algunas envueltas en plásticos o en papel. Se quitó el sombrero y los guantes y nos extendió la mano. Había estado regando las plantas más viejas y luego las movía hacia un lado y hacia el otro para sacudir el agua, que bajo la luz parecía estar hecha de pequeñas piedras de vidrio. Fuimos a bailar las cuatro al club inglés, los tapizados verdes y las alfombras, el piso de madera. El ventanal daba al campo de croquet y las figuras se inclinaban sobre el pasto. Las veíamos desde adentro, parecían pequeños flamencos blancos; y en la pista, Sanna y Kate bailaban.