martes, 21 de diciembre de 2010

Vivir en Poesía - Eugene Guillevic


"En la época en que era adolescente, solía pasearme por un gran bosque en Alsacia, en Ferrete, en compañía de un amigo de mi edad, tal vez quince años los dos.
Desde lo alto de un acantilado jurasiano mirábamos la planicie. Frente a nosotros se extendía aquello que se fotografía. Y también otra cosa.
¿Qué? Cierto temblor, un llamado a ir más allá de aquello que una fotografía podía retener.
Uno de nosotros dijo: la eternidad.
Era vago y quisimos precisarlo.
¿Qué era lo que podía darnos la sensación intelectual y física de la eternidad?
¿Qué era lo que podía situar concretamente este paisaje en una prolongación (también concreta) que sería la inmensidad del espacio y sobre todo, la del tiempo?
Lo mejor que se nos ocurrió fue imaginar que una vez cada cien años, un pájaro vendría a tomar con su pico alguna cosa de esta planicie– o a llevarse un grano de arena de una playa tan larga como inmensa era esta planicie.
Esta ficción nos hizo, al parecer, ver esta planicie, este acantilado, estos bosques, y a nosotros mismos, en el nivel que era el nuestro, el verdadero. Y esta imagen me acompañó toda mi vida.
La creo contraria a la noción de eternidad porque en la eternidad nada pasa. Es el instante permanente. ¡Pero qué importa!
A esto yo llamaría vivir en poesía: prolongar lo real no a través de lo fantástico, lo maravilloso, las imágenes paradisíacas, sino tratando de vivir lo concreto en su verdadera dimensión, vivir lo cotidiano en eso que puede llamarse, tal vez, la epopeya de lo real."
De "Vivir en poesía" - Entrevistas a Eugene Guillevic con Lucie Albertini y Alain Vircondelet

lunes, 13 de diciembre de 2010

Las variaciones del mundo, de Diego Roel


Me llegó esta mañana, por correo, el libro de poemas “Las variaciones del mundo” de Diego Roel, poeta bonaerense que vive actualmente en Mendoza. El libro es bello y con aliento filosófico, incluso místico. Mi sensibilidad es cercana a la del libro. Copio algunos versos del primer poema, que me gustaron especialmente.

(...)
En este mundo
Nada puede ser alcanzado,
Perseguido.

No hay nada que encontrar.

La flecha se convierte en círculo.



El menor gesto,
El menor movimiento nos aleja.



Por eso hay que pararse en ese intervalo,
En ese espacio en blanco entre las letras.

Ya no hay separación:
Estallaron las formas y los signos.



Nada es real.



Ahora puedo ver más allá del lenguaje
Ese Lugar o corazón o Templo.

Útero del mundo. Oscura matriz de lo posible.



Sé que un día despertaré en una observación
Completamente desnuda, completamente virgen.



Escribo como quien salta o juega o ríe o canta.

El poema apunta hacia lo que está detrás,
Hacia lo vacío.
Lo que desvela se oculta entre las sílabas.
(...)

De Variaciones del Mundo, Ediciones El Mono Armado, Diego Roel, 2010

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La Isla - Mercedes Araujo





Ayer se presentó "La Isla", el último y más bello libro de Mercedes Araujo, amiga querida y escritora extraordinaria.






Es la hora del amanecer, el cielo estriado
por minúsculos cauces rojo-escarlata;
tengo un nido nuevo y me dedico
a raspar un palo con una navaja, lo dejo suave,
cuando termino de rasquetearlo lo guardo.
Durante el atardecer suelo hacer collares
o cualquier otra cosa sin significado:
levantar una pera dulce,
un poco podrida, pero dulcísima.
mordisqueando una pera te das cuenta
que estar solo en la hora roja de la tarde
es como dejar que del cuerpo
salga una hoja y de esa otra y otra.

La Isla, Bajo La Luna, 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Bush + Massera un miércoles a la mañana

Leer el matutino “La Nación” dos veces a la semana es una de las torturas que me impuse a cambio del vil beneficio de un 2x1 en las entradas de Cinemark y un descuento en la Pizzería “La guitarrita” que otorga la tarjeta Club La Nación.

Entre otras cosas, y con respetuoso tono de claustro, casi como si hubiera muerto un prelado, La Nación informa en el día de la fecha, que ayer inhumaron “con la máxima reserva” nada menos que los restos del ex almirante Eduardo Massera, “hombre fuerte” de la dictadura militar.

Dos páginas atrás, la sonrisa de George W. Busch, flamante ex presidente de EEUU, responsable de una de las más patéticas épocas que hemos sabido construir como especie humana, firmando ejemplares de sus “memorias” llamadas “Decision Points”. Y que según el matutino cierra con la siguiente frase de G.W.: “Sea cual fuere el veredicto sobre mi presidencia, me siento cómodo con el hecho de que no voy a estar aquí para escucharlo”: (¡!) y un coup de grace, alineado en la ética Cobiana: “Ese es un punto de decisión que solo la historia alcanzará”.

Declaraciones de Bush:

1) Según el ex mandatario estadounidense, la práctica conocida como “asfixia simulada” o “submarino”, aplicada a sospechosos de terrorismo durante interrogatorios en la base militar de Cuba, no es tortura. Y justifica la autorización para su uso con el argumento de que ayudó a impedir atentados y salvar vidas: “Usando esta técnica salvé vidas. Mi trabajo era proteger a Estados Unidos. Y yo lo hice”.

2) Acerca del plan que él mismo ordenó diseñar al Pentágono para atacar plantas nucleares iraníes y realizar su ataque encubierto a Siria dice lo siguiente:“Nadie estaba más sorprendido o enojado que yo cuando no encontramos las armas. Tenía un sentimiento nauseabundo cada vez que pensaba en ello. Todavía lo tengo.”

“Todo muere, finalmente” me dice alguien apenas lo informo de la muerte de Massera, al mismo tiempo que resumo la noticia de las "Memorias" de Bush. No hay mucho más para decir.


Solo digo que si bien no todos podemos aspirar a la “grandeza” como personas, si podemos tratar de no dañar todo a nuestro alrededor, porque puede que el daño no termine nunca. Eso, para lo que estamos vivos.

sábado, 6 de noviembre de 2010

La voz de las recetas




Prólogo a Cocina Ecléctica
de Juana Manuela Gorriti, Editorial Buena Vista, Córdoba, 2010
(Publicado en "Las 12" 5/11/2010)



Por Mariana Docampo

Aunque nació en Los Horcones, Provincia de Salta, Juana Manuela Gorriti repartió el tiempo de su vida en tres patrias: Argentina, Bolivia y Perú. Obligada a abandonar el país por circunstancias en las que lo familiar estuvo íntimamente ligado al acontecer político, debió exiliarse desde muy joven en Tarija y más tarde en Lima, ciudad en la que escribió la mayor parte de su obra narrativa. Regresó a la Argentina en el año 1874 pero aún faltaron algunos ires y venires antes de que la escritora se asentara definitivamente en nuestro país en 1886. En 1880 publicó Cocina Ecléctica, uno de sus textos más atractivos.
Consecuencia, sin dudas, de su destino itinerante y de su gran talento como escritora a la vez que como cocinera, nació la divertida idea de reunir recetas de cocina escritas por mujeres en su mayoría de América Latina a quienes Gorriti solicitó enviaran el secreto de sus platos predilectos o mejores. Las patriotas remitieron entusiastas sus papeles y fórmulas y con espíritu festivo pusieron en manos de la autora la materia prima con la que confeccionaría su libro. “Allá va, para figurar en la anunciada Cocina ecléctica, la más rica y sustanciosa confección que haya salido de manos de cocinero” dice Clorinda Matto de Turner, reconocida escritora peruana, que aporta al libro su ingeniosa “Sopa teóloga”.
¿Cómo atraviesa un libro de cocina más de cien años y sigue ejerciendo seducción sobre los lectores, que no solo encontramos en él un registro de gustos y costumbres culinarias de nuestros bisabuelos y bisabuelas sino una obra rica en matices y giros lingüísticos, llena de historias incrustadas y de intenciones, y en donde entre las comidas se cuelan relatos y textualidades?
Con justeza de narradora, Gorriti organiza las piezas que recibe en secciones (las infaltables en cualquier recetario: sopas, salsas, legumbres, pescados, aves, repostería...) pero también se ocupa de procurar para su volumen una admirable coherencia narrativa. Es así como un lector no demasiado avezado en el arte culinario que lea el libro en forma lineal, aprenderá a hacer una “hojaldra” en la sección “Pasteles” gracias a Matilde Weigel de Puch que antes de dar su fórmula aclara: “como no todas las cocineras conocen la manera de hacerla, necesario es enseñarla...” y se sentirá aliviado páginas después cuando Silvia Sagasta exclame al presentar sus “Empanaditas a la coquetuela”: “pero quién no sabe hacer una hojaldra, pasemos al relleno...”. Con esta misma lógica, Gorriti consiente en que algunas de las cocineras convocadas anuncien que tienen más de un plato para ofrecer, lo que alienta a buscarlas más adelante en el texto.
Uno de los aciertos de Cocina Ecléctica es la libertad formal con que están escritas las recetas. Hay algunas de escritura neutra y clara y otras en las que se recurre a formas más atrevidas como el diálogo o el relato incrustado, y que abren de esta manera nuevas capas textuales. En muchas se incluye una breve relación de la circunstancia en que la receta fue obtenida o degustada por primera vez, e incluso algunas cocineras apelan a la ficción para presentarlas. Tal es el caso de “Balas del general” en donde la información sobre ingredientes y modo de realización se intercala con la historia que da nombre al plato. Es en estos momentos en donde el libro adquiere su mayor riqueza literaria. Entonces descuella el armado, el ensamblaje.
Podríamos pensar que la transmisión de las recetas comparte una naturaleza común con la transmisión oral de los relatos. Quien cuenta se apropia de la historia y la reinventa quitando o agregando detalles o modificando incluso el rumbo de la trama. De este modo, los narradores orales dan a las historias su sello personal, y al pasar éstas a otro narrador adquieren nuevos ritmos y matices. Del mismo modo, las recetas de cocina completarán la fórmula matriz con el agregado o variantes que las sucesivas cocineras harán al apropiarse de ellas, brindándoles así su “toque” personal. Elenita Verduga, otra de las mujeres convocadas para formar parte de Cocina Ecléctica explica que robó la receta del bolsillo de su hermano, quien “contentísimo la llevaba de obsequio al cocinero del Tigre Hotel, obtenida de no se qué gourmet vienés, y traducida del alemán”. Ella a su vez, reescribe el texto “rebajando lo inflado de la frase en favor de la claridad, tan necesaria en esta clase de documentos” y rebautiza el postre con el simpático nombre “El hallazgo de Elenita”. A diferencia de coplas y romances, en este caso, la instancia de la escritura es ineludible, pues garantizará exactitud en las medidas y precisiones que si faltaran pondrían en aprietos a la más experta de las cocineras.
Es así como Cocina Ecléctica, lejos de ser un neutro libro de recetas, es despliegue de historias dispares firmadas con nombre y apellido. Mujeres que fundaron en la escritura de estos textos una forma de libertad y la oportunidad de afianzar su imperio indiscutible sobre esta área, no solo en su realización material sino en la gesta de compartir sus fórmulas en una obra común.
Cabe aclarar, por último, que el libro de Juana Manuela Gorriti cumpliría su función tradicional de recetario solo para espíritus extravagantes o nostálgicos, en una época en donde no solo la clase de alimentos que consumimos sino sus cantidades, calidades y modos de cocción han cambiado de manera significativa desde fines del Siglo XIX. Las cocineras congregadas por Gorriti toman como materia prima pollos y gallinas recién decapitados, tortugas, pichones, chanchos y carneros tan frescos que en una oportunidad una dama aclara “muerto, desplumado, abierto y lavado, el pavo...”. A medida que pasan las páginas podemos imaginar cómo las mujeres extendían sobre la amplia mesa de madera los animales con la sangre aún caliente y cubiertos de piel o plumas, y aromatizándolos con finas especias, elaboraban delicias capaces de “sujetar al esposo” al hogar. Sin gas ni electrodomésticos, más valiéndose del vivo fuego del horno y las parrillas, mezclaban las presas con sabrosos ingredientes en cazuelas de porcelana o vasijas de terracota, molían hojas y granos en morteros, y servían sus postres en recipientes de cristal. Una tela de costumbres pintorescas se abre en este texto ágil y variado, donde no faltan notas excéntricas. Carmen G. de Vela, por ejemplo, obsequia una fórmula celada hasta por su propio cocinero, que consiste en enterrar la carne cruda durante unas horas para que ésta adquiera un sabor excepcional.
Con intervenciones luminosas, Gorriti ensambla las piezas y las organiza recordando al lector de una época de verduras congeladas y empaquetadas la profunda sensualidad que circula entre la comida y los cuerpos.

sábado, 30 de octubre de 2010

Gobernantes


"En el fondo, estoy convencida de que no hay régimen que no pueda ser perfecto, si el hombre que lo aplica es perfecto y perfectos los hombres que lo aceptan. Un comunista ideal sería divino, pero un monarca esclarecido, como lo deseaba Voltaire, sería igualmente divino, sólo que ¿dónde están?” Marguerite Yourcenar

..

Pienso, como Yourcenar, que “la época de las etiquetas políticas ha sido superada o está por serlo”, y que hoy se vive una confusión -e incluso manipulación- de etiquetas acaso necesaria en este tránsito hacia una nueva forma de política. Pienso también que los gobernantes cumplen su destino cuando llevan sus ideas hasta las últimas consecuencias y amplían sus propias perspectivas en el trayecto y se transforman y transforman de manera positiva cosas a su alrededor. Pienso que el oficio de “gobernante” es un destino y no todos son llamados a cumplirlo. Pero quienes estuvieron o están a la altura de ese destino se acercan al menos un poco a esa forma fija o móvil de perfección.

martes, 26 de octubre de 2010

El tango y la cuestión de género

Con Mercedes Liska en Fractura Expuesta (La voz de las Madres) hablando sobre el tango y la cuestión de género el 21 de Octubre de 2010 - Era tarde en la noche pero pudimos al menos decir las cosas básicas para empezar a pensar como está estructurado el tango.

lunes, 25 de octubre de 2010

Disputado Jueves


El jueves 28 de octubre dos escritoras argentinas de las buenas presentan sus libros: Silvia Molloy "Desarticulaciones" en Eterna Cadencia y la grandiosa Hebe Uhart sus "Relatos Reunidos" en Librería Hernández. Y a la misma hora. A cualquiera de las dos, pero a alguna.

jueves, 21 de octubre de 2010

Conversaciones sobre Tango y Género

Hoy Jueves 21 de octubre a las 23hs. estaremos con Mercedes Liska en FRACTURA EXPUESTA, el Programa de Radio que se emite por La Voz de las Madres - AM 530
(por internet se escucha en http://www.fracturaexpuesta.com.ar/) para hablar sobre el tango y la cuestión de género, a la luz de la jornada que realizamos el 14 de octubre en el Centro Cultural de la Cooperación.


lunes, 18 de octubre de 2010

viernes, 1 de octubre de 2010

Jornada sobre Tango y Género - 14 de Octubre


Como todos los años, el Festival Internacional de Tango Queer de Buenos Aires llevará a cabo un encuentro con investigadores, escritores y artistas en el que habrá conferencias, debates y proyecciones.

Jueves 14 de Octubre de 18hs. a 21hs. Centro Cultural de la Cooperación. Sala Meyer Dubrovsky (Corrientes 1543, Capital Federal) Informes: contacto@tangoqueer.com / 1532526894 / http://www.festivaltangoqueer.com.ar/

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sobre Al borde del Tapiz, por Esther Andradi

Subo el bello texto que con gran generosidad escribió en el año 2001 Esther Andradi para presentar mi primer libro, “Al borde del tapiz”. Épocas de “Un gallo para Esculapio” y de Editorial Simurg, anteriores a la caída. Yo estaba muy deprimida y trabajaba nueve horas en un estudio jurídico de inclinaciones menemistas. La luz de abajo no es un OVNI, sino un flash.


Sobre Al borde del Tapiz, por Esther Andradi

Mi abuelo el árabe, solía contarme de los rituales de iniciación en la palabra. Los pueblos berebers de la meseta de Alsaharaui, me decía, se sientan en semicírculo alrededor del fuego, murmuran las palabras elegidas hasta que el sonido se transforma en canto y cuando el canto surca el aire es escritura. En aquél tiempo yo no entendía el qué de estos relatos y aunque a esta altura dudo que en verdad hayan existido tales rituales, creo leer su sentido. Las vibraciones de la palabra harían las veces de raíz, el vínculo que une a estos pueblos nómades, sin asentamiento alguno ni menor deseo de sedentarismo. Margarite Duras, más contemporánea y menos mítica, habla de algo similar cuando define como “la vida flotante” esos textos que a mí tanto me gustan reunidos en su libro “La vida material”. Insisto en el principio de flotar y de la palabra tejida en el aire por el tipo de escritura que nos convoca esta noche aquí, me refiero a los veintiún relatos de “Al borde del tapiz” el primer libro de Mariana Docampo.

Yo no conocía a esta autora cuando Franco Vaccarini me pasó un ejemplar de su libro recién salido de la imprenta. La solapa aseguraba que había nacido en 1973 y que cursó estudios de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Confieso que su lectura me atrapó desde el primer momento. Comencé leyendo los cuatro o cinco textos cortos y me quedé con ganas de más después de leer los relatos más largos. Personajes del cotidiano inmersos en el devenir chiquitito se enlazan con humor y profunda piedad con el destino universal que se les reserva más o menos por igual. El duende de la escritura les ofrece un desenlace particular. Así lo entiende Mariana, que teje sus historias al borde del tapiz, porque, cito textualmente, “las zonas más bellas del recuerdo están en los bordes” y “prefiero deslizarme por el borde como un equilibrista”. El punto de contacto que la escritora utiliza para trabajar sus personajes va más allá de la piel. Es el aliento. La ciencia, que todo lo mide, asegura que el pulmón humano, si se le suman todos los recovecos de sus alvéolos, alcanza una superficie interna de unos setenta metros cuadrados, mientras que el área de la piel no tiene más de un metro y medio, a lo sumo dos metros. Lo único que intento dejar claro con esto es que el aire nos involucra y compromete aún más que la piel y la carne, porque sin aire ni eso somos. Aire digo y es el temporal que ciega al amante, la niebla de una ruta imprecisa, el movimiento frenético de la danza, el viento que arrasa, el ciclón de un circo que se lleva a la hija y a la madre, el aire de “un beso al aire”, una brecha imaginaria abre el aire, y aire también es el remolino oscuro de la muerte, o el oleaje de luz donde todos se diluyen. La escritura entonces, en el aire, trama los hilos que el viento tira, teje al mundo con la textura de un tapiz, habla del desafío del pájaro por dejar su huella.

Habrá seguramente muchas maneras de leer los relatos de Mariana Docampo. A mí me llama la atención que los personajes estén impregnados de naturaleza, una suerte de paganismo urbano, donde las gentes son naturaleza. No se trata por cierto de una voluntad ecológica ni de una premisa que remite a la bucólica vida campesina. Es que son así porque no hay remedio, la condición humana aquí es naturaleza por excelencia, es hoja que el viento arrastra, se escurre con lluvia, una fuerza se hace cargo de ella, la devuelve al origen.

Los personajes femeninos, alterados, o buscando trabajo, o escribiendo, en la ruta, o tejiendo el tapiz para encontrar un mapa que oriente los extravíos después de la muerte, tías, amigas, novias, desenvueltas cuidadosamente desde dentro, poco propensas al destino tragicómico, modestamente libres, cada una con respuestas diferentes sobre la condición humana, tan poco clara y sin embargo tan decisiva. No hay mayor enfermedad que la vida ni mejor historia que la de la infancia perdida, donde todo cierra, y en cualquier lugar nos está esperando, latente o expuesta al irremediable destino de fundirse con la luz. Con la nada. “Después del viento” es la respuesta? O “De repente un circo”? Pero entretanto que sea la fiesta.

Así leo estos veintiún relatos, número que lleva implícito el arquetipo del Mundo en lo arcano. Saludo el nacimiento de “Al borde del tapiz”, que, como en los rituales soñados de los bereberes se hace canto en el aire y da la bienvenida a su autora a este mundo de palabras. Las únicas raíces que nos llevan y nos traen: Mariana Docampo, MUCHAS GRACIAS.

Esther Andradi
Mayo 2001

jueves, 23 de septiembre de 2010

Sobre Dios y la divinidad


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"El cielo está un millar de leguas por encima de la Tierra; así el Ser divino está por encima de Dios. Dios Evoluciona y cambia de forma."
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Maestro Eckart, mística renana

lunes, 20 de septiembre de 2010

Cardenal de Bérulle (Siglo XVII)


Texto del Cardenal de Bérulle (Siglo XVII) recogido por Marguerite Yourcenar en “La voz de las cosas”:

“¿Qué es el hombre?... Un ángel, un animal, un vacío, un mundo, una nada rodeada de Dios, indigente de Dios, capaz de Dios, llena de Dios...”

El texto termina así: “si lo desea” ... pero lo corté antes, porque sólo hasta ahí me parece poesía. El resto es doctrina.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Cocina Ecléctica de Juana Manuela Gorriti

La Editorial Buena Vista, sello independiente de la Ciudad de Córdoba dedicado a sacar del olvido títulos y autores que por lo general no frecuentan las vías comerciales, acaba de reeditar "Cocina Ecléctica", de Juana Manuela Gorriti, libro bastante difícil de conseguir en este momento. A partir de fin de septiembre se podrá encontrar en Librería Fedro (Carlos Calvo 578) o ahora escribiendo a la editorial (www.editorialbuenavista.com.ar). Recomiendo el libro para quienes aún no lo leyeron, porque además de ser un muestrario de usos y costumbres culinarias del siglo XIX es el producto inspirado de esta admirable escritora argentina. El prólogo a esta edición estuvo a mi cargo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sobre el Tratado de la Pintura de Leonardo Da Vinci







Por Mariana Docampo
Publicado en Ventizca, Septiembre 2009



“Una figura airada - dice Da Vinci- tendrá asida por los cabellos a otra, cuyo rostro estará contra la tierra, una rodilla sobre el costado del caído, y levantando en alto el brazo derecho con el puño cerrado”. La cita es del Tratado de la pintura, un libro que habla de la luz y del movimiento. En los textos que componen el tratado la mirada está fija en el momento inmediatamente anterior a cuando las pasiones se desatan. Y entonces quien contempla lo hace con serenidad, recibe los indicios materiales de lo que vendrá. Formas que anticipan la tormenta, ¿o es la detención del ojo sobre la tormenta ya desatada, su corte, la que analiza su forma? Da Vinci antepone la reflexión a la emoción, para esclarecerla, y así la herida sana cuando se abre y se adelanta el pensamiento como una lámpara, vierte el remedio, lleva lo humano a un sitio desapasionado. Porque quien mira lo hace sin intervenir, no entra en el cuerpo observado y lo hiere o manipula sino que precisa la mirada, la vuelve exhaustiva, como si buscara una clave de la emoción en su manifestación material. ¿Qué revela de la tristeza la visión del llanto? Leonardo dice: “la risa y el llanto se asemejan mucho en la configuración de la boca y mejillas, como también en lo cerrado de los ojos, y sólo se diferencian en las cejas y su intervalo”. Contiene el tratado las palabras anteriores a la forma y a los volúmenes que luego habitarán los cuadros, y dan una chance al poeta para observar el mundo interceptada la emoción, ubicada en una zona neutra que permite operar con libertad. Este movimiento hace que el artista no se aventure en el dolor, lo que lo haría sucumbir y perder la perspectiva necesaria para quien estudia el organismo de lo vivo. El tratado da una clave al poeta para la observación de lo que existe. ¿Cómo se debe pintar el viento? Dice: “Cuando se representan los soplos del viento, además del abatimiento de las ramas y el movimiento de las hojas hacia la parte del aire, se deben figurar también los remolinos del polvo sutil mezclado con el viento tempestuoso”. Y las preguntas: ¿Hay algo más allá de la forma? ¿Qué revelan la luz y el movimiento? ¿Es posible ubicar la herida lejos, para su análisis? ¿Es posible la mirada exacta? ¿Salva? “Cuando se ofrezca dibujar un desnudo, se hará siempre entero, y luego se concluirán los miembros y partes que mejor parezcan, y se irán acordando con el todo; pues de otra manera se formará el hábito de no unir bien entre sí todas las partes de un cuerpo”.

jueves, 26 de agosto de 2010

La experiencia Eisejuaz

Trabajo leído en la Jornada de Homenaje a Sara Gallardo (1931-1988) organizada el viernes 5 de diciembre de 2008 en el Museo Roca por el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires



La experiencia Eisejuaz. Por Mariana Docampo

“Dije a aquel Paqui: —Procurá no morirte.”
(primera oración de Eisejuaz)

El año de la aparición de Eisejuaz fue 1971. Ese mismo año, Clarice Lispector publicaba en Brasil Felicidad Clandestina. Poco tiempo después, en 1977, cuando la escritora brasileña daba a luz sus últimos textos, Gallardo abría esa extraña caja de resonancias que es El país del Humo, continuador, en muchos puntos, de su libro anterior, y producto de esa experiencia. ¿Qué une a estas dos escritoras además de su contemporaneidad? Creo yo que ambas coinciden en un punto: van abriendo malezas en una tierra inexplorada: las fisuras de la razón. El lenguaje, en ambas, es siempre experimental. Es una búsqueda constante y obsesiva casi, y supone un adentrarse en tierras desconocidas y muchas veces inhóspitas. Cualquier subversión del lenguaje es peligrosa porque pone en riesgo la comprensión del mundo tal cual lo percibimos, pone en riesgo los sistemas de interpretación, la creencia en nuestra propia cordura que acaso no sea sino una mera convención del lenguaje. La exploración de nuevas posibilidades gramaticales permite intuir destellos de otros ordenamientos, realidades distintas, o formas de percibir un mismo todo. Sara Gallardo se aventura en este terreno con la lengua criolla y todo el imaginario patrio, y como primera instancia realiza un desplazamiento de su yo narrativo de mujer a varón. Que Eisejuaz, al igual que tantos otros de los personajes de Gallardo, sea un varón supone un primer extrañamiento de sí como escritora. Como si solo vaciada de su género, pudiera asomarse a ciertas zonas desconocidas de su propio ser. El narrador de Eisejuaz no solo es hombre sino indio, y esto lo constituye históricamente como “otredad” respecto de la lengua patria, y no puede ser sino un misterio para el centro que ésta implica. Desde esta perspectiva, un indio, ubicado siempre “afuera” de la cultura, solo puede ser narrado en una lengua “otra”, inventada e inasible en un punto, única capaz de aproximarse a él sin falsearlo, de expresar su singularidad y su incógnita respecto del “centro” que constituye la lengua castellana. Un último gesto de Gallardo en esta aventura del lenguaje: Eisejuaz no solo es hombre e indio, sino que además está loco, delira: “Yo soy Eisejuaz, Éste También, el comprado por el Señor, el del camino largo”. La locura, en principio, es la soledad del lenguaje. La escritura de la locura implica romper con ciertas coordenadas semánticas y gramaticales. Gallardo no escribe la locura desde afuera sino que se inscribe en ella, en su fisura ligüística, la explora con la palabra. Eisejuaz es un fuera del lenguaje y sin embargo habla, cuenta su historia. ¿Qué otra lengua podría expresarlo que la poética, y en este caso, aquella cercana a las tradiciones orales más antiguas, en donde las palabras multiplican sus posibilidades semánticas? Eisejuaz es un nuevo territorio de la lengua, una zona difícil de acceder como el impenetrable chaqueño, y en la cual adentrarse supone dejar atrás formas de leer y razonar, preconcepciones del mundo y de los ordenamientos, categorías de “normalidad”, cánones literarios. Una vez rotas las coordenadas todo es posible, y la palabra se desplaza en el texto sin argumento, sin progresión, como un universo flotante de significaciones cruzadas, laberínticas. El indio, solo y desconectado del lazo social que haría comprensible su habla, extiende su red para quienes puedan entrar. Perdido el temor, depuestos los prejuicios, con la voluntad de quien avanza alumbrándose, los lectores podemos transitar este territorio. Eisejuaz no puede ser sino un libro marginal, como su autora, que a pesar de la clase social privilegiada a la que pertenecía (o acaso a causa de ella), eligió correrse de sí y de las prerrogativas de sentirse en el centro para adentrarse en “lo otro”, en ese misterio que suponen los otros y en cuyo fondo común estamos todos. El trabajo de extrañación de sus textos expresa su preocupación por correrse del “falso centro”, de asomarse al misterio de la vida, a su profundidad, a la amenaza de la muerte. La marginalidad tiene siempre algo de intocable, de “pureza original”. Cualquier voz puede sobrevolar una obra marginal, pero no la alcanza, ni la aprehende. Y en ese punto se mantiene siempre vigente, siempre secreta, escrita para pocos, para iniciados. Los cuentos de El país del humo tienen el magnetismo de las piedras preciosas. Están distribuidos, como poemas, cortos o largos en este libro complejo y extraño, sin precedentes en la literatura argentina, y que ofrece un lenguaje propio en toda la dimensión que esto implica, lenguaje que es la construcción de una realidad “otra”, hija de la experiencia Eisejuaz. En el paisaje magnético de ¡Pero en la isla! “el sol salió y los bambúes y los árboles; y el calor empezó a volver voluptuoso el mundo. Había una magnolia en el centro y en la magnolia un sonido incomparable. Calló sobre el hocico del león una piña incrustada de semillas rojas”. Las descripciones, a la manera del Gilgamesh, actúan narrativamente, el paisaje no es escenario sino argumento y hace progresar el relato, los animales hablan con lengua humana. Las coordenadas están rotas. Sara Gallardo abrió con sus libros una zona del discurso. Trazó un camino y dejó huellas y pistas para ser seguida. Pero asusta, si, desgarra un poco, angustia si no se está tranquilo. Se la puede leer en completa sobriedad, o en medio de una borrachera, y siempre hay algo que es idéntico, hay cierta construcción irrompible, vigas, estructuras de fondo, conductos que nadie hasta ahora se animó en lengua criolla. Sara Gallardo es “otra cosa”, siempre será “otra cosa”, se corrió del centro, y vaga libremente por el lenguaje. Lispector tiró una soga, Gallardo no, aunque sí, al igual que la otra, dejó la puerta abierta. Se la sigue o se la abandona; ella completó su obra.
Una anécdota que está al inicio de la historia de mi propia escritura. Tengo una tía cuyo hermano fue el primer marido de Sara Gallardo. Debo a esta tía mis primeros contactos con el “afuera familiar” que completa todo acto de escritura, las primeras conversaciones literarias, la primera entrevista con un editor. Cuando mi tía supo que yo escribía, en mi adolescencia, me nombró a Sara Gallardo, y siguió nombrándola cada vez que nos vimos, me preguntaba si la conocía, si la había leído. Yo no la conocía, después estudié letras y tampoco la conocí, y luego la encontré, porque la busqué con voluntad. La leí exigente, prejuiciosa, confundida. No la entendí, no me gustó, y guardé todos sus libros en una caja con una sensación de fraude. Pero los libros que han sido escritos con sinceridad esperan para ser leídos, tienen vida propia, y van por otras manos, hasta que encuentran un día la disposición del corazón necesaria para ser recibidos, y entonces se revelan. Esto me pasó con esta obra de aquella a quien llamo mi “parienta política”. El lazo familiar es débil al punto de ser casi falso, la filiación literaria comienza, pero estaba latente, y tuve anuncios, ahora lo entiendo.

domingo, 22 de agosto de 2010

Santa Perpetua y Felicitas





Martirio de Santa Perpetua y Santa Felicitas (fragmentos extraídos del sitio web http://www.corazones.org/santos/perpetua_felicitas.htm)




SANTAS PERPETUA Y FELICITAS y compañeros mártires en Cartago 7 de marzo, c.205.

Perpetua nacida en la nobleza, conversa. Esposa y madre. Fue martirizada con su servidora y amiga y otros mártires.

En el siglo IV se leían las actas de estas santas en las iglesias de Africa. El pueblo les profesaba una estima tan grande que San Agustín se vio obligado a publicar una protesta para evitar que se las considerara en plano de igualdad con la Sagrada Escritura.

Durante la persecución del emperador Severo, fueron arrestados en Cartago cinco catecúmenos el año 205. Eran estos Revocato, Felícitas (su compañera de esclavitud, que estaba embarazada desde hacía varios meses), Saturnino, Secúndulo y Vibia Perpetua. Esta última tenía 22 años de edad, era madre de un pequeñín y tenía buena posición. A estos cinco se unió Sáturo quien les había instruido en la fe y se negó a abandonarles.

Perpetua escribió las actas: "Yo estaba todavía con mis compañeros. Mi padre, que me quería mucho, trataba de darme razones para debilitar mi fe y apartarme de mi propósito. Yo le respondí: "Padre, ¿no ves ese cántaro o jarro, o como quieras llamarlo?... ¿Acaso puede llamarlo con un nombre que no le designe por lo que es?" "No", replicó él. "Pues tampoco yo puedo llamarme por un nombre que no signifique lo que soy: cristiana". Al oír la palabra "cristiana", mi padre se lanzó sobre mí y trató de arrancarme los ojos, pero sólo me golpeó un poco, pues mis compañeros le detuvieron... Yo di gracias a Dios por el descanso de no ver a mi padre durante algún tiempo... En esos días recibí el bautismo y el Espíritu me movió a no pedir más que la gracia de soportar el martirio. Al poco tiempo, nos trasladaron a una prisión donde yo tuve mucho miedo, pues nunca había vivido en tal oscuridad. ¡Que horrible día! El calor era insoportable, pues la prisión estaba llena. Los soldados nos trataban brutalmente. Para colmo de males, yo tenía ya dolores de vientre..."

Según parece, Secúndulo había muerto en la prisión antes del juicio. Antes de dictar sentencia, Hilariano había mandado azotar a Revocato y Saturnino y abofetear a Perpetua y Felícitas. Se reservó a los mártires para los espectáculos que se iban a ofrecer a los soldados durante las fiestas de Geta, a quien su padre, Severo, había nombrado César cuatro años antes, en tanto que había nombrado Augusto a su hijo Caracala.

Felícitas tenía miedo de que se la privase del martirio, porque generalmente no se condenaba a la pena capital a las mujeres embarazadas. Todos los mártires oraron por ella y así dio a luz a una hija en la prisión; uno de los cristianos adoptó a la niña.

Según las actas: "El día del martirio los prisioneros salieron de la cárcel como si fuesen al cielo... La multitud, furiosa al ver la valentía de los mártires, pidió a gritos que les azotaran; así pues, cada uno de ellos recibió un latigazo al pasar frente a los gladiadores." Sáturo fue echado a varias bestias que no le dañaron. Al fín "un leopardo saltó sobre él y le dejó cubierto de sangre en un instante. La multitud gritaba: ´¡Ahora sí está bien bautizado!´ El mártir, ya agonizante, dijo a Pudente: ´¡Adios! Conserva la fe, acuérdate de mí, y que esto sirva para confirmarte y no para confundirte.´ Y, tomando el anillo del carcelero, lo mojó en su propia sangre, lo devolvió a Pudente y murió. Así fue a esperar a Perpetua, como ésta lo había predicho."

"Perpetua y Felícitas fueron arrojadas a una vaca salvaje. La fiera atacó primero a Perpetua, quien cayó de espaldas; pero la mártir se sentó inmediatamente, se cubrió con su túnica desgarrada y se arregló un poco los cabellos para que la multitud no creyese que tenía miedo. Después fue a reunirse con Felícitas que yacía tambien por tierra. Juntas esperaron el siguiente ataque de la fiera; pero la multitud gritó que con eso bastaba; los guardias las hicieron salir por la Puerta Sanavivaria, que era por donde salían los gladiadores victoriosos. Al pasar por ahí, Perpetua volvió en sí de una especie de éxtasis y preguntó si pronto iba a enfrentarse con las fieras. Cuando le dijeron lo que había sucedido, la santa no podía creerlo, hasta que vio sobre su cuerpo y sus vestidos las señales de la lucha. Entonces llamó a su hermano y al catecúmeno Rústico y les dijo: ´Permaneced firmes en la fe y guardad la caridad entre vosotros; no dejéis que los sufrimientos se conviertan en piedra de escándalo´. Entre tanto la veleidosa muchedumbre pidió que las mártires compareciesen nuevamente; así se hizo, con gran gozo para las dos santas. Después de haberse dado el beso de la paz, Felícitas fue decapitada por los gladiadores. El verdugo de Perpetua, que estaba muy nervioso, erró en el primero golpe, arrancando un grito a la mártir; ella misma tendió el cuello para el segundo golpe. ´Tal vez porque una mujer tan grande... sólo podía morir voluntariamente".

jueves, 19 de agosto de 2010

De biógrafos y biografías

“Es increíble que la perspectiva de tener un biógrafo no haya hecho desistir a nadie de tener una vida”.

De Emile Cioran. Epígrafe del libro “Marguerite Yourcenar. La invención de una vida”, de Josyane Savigneau.

jueves, 12 de agosto de 2010

"El lamento de la emperatriz" de Pina Bausch

Uno de los mejores fragmentos de la película "El lamento de la Emperatriz" de Pina Bausch. Vi la película hace varios años en VHS, de prestado de una amiga, y nunca pude conseguirla. Ahora está de fácil acceso Youtube, aunque en formato diminuto y de a tandas.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Paul Valéry

Esto que sigue es de Paul Valéry. Del libro “Degas danza dibujo”. De una linda y discreta versión de Editora Nacional Madrid que rescaté un día de lluvia del parque Rivadavia.

“A veces pensaba en lo informe. Hay cosas, manchas, masas, contornos, volúmenes, que no tienen, en cierta manera, más que una existencia de hecho: solo pueden ser percibidas por nosotros, pero no sabidas; no las podemos reducir a una ley única, deducir su todo del análisis de una de sus partes, reconstruirlas por medio de operaciones razonadas. No podemos modificarlas tan libremente. Casi no tienen otra propiedad que la de ocupar una región en el espacio... Decir que se trata de cosas informes, quiere decir, no que carezcan de forma, sino que sus formas no encuentran nada en nosotros que permita reemplazarlas por un acto puro de trazado o de reconocimiento. Y, en efecto, las formas informes no dejan otro recuerdo que el de una posibilidad”.

lunes, 2 de agosto de 2010

Pescados, de Lucrecia Martel

Corto interceptado vía facebook. Dirigido por Lucrecia Martel. Voces y música de Juana Molina.




viernes, 30 de julio de 2010

Papeles Guardados

Por Mariana Docampo
Viernes, 30 de julio de 2010 en SOY, Página 12

Una lista de títulos que celebran la diversidad que sirve de guía para buscar en librerías lo que hay detrás de las novedades.

Poema y fragmentos completos. Safo

En la Facultad de Letras de la UBA, un profesor admirado por su gran erudición se erigió un día ante la clase en “defensor” del buen nombre de Safo y dijo que no había evidencias textuales de que Safo de Lesbos fuera lesbiana. Tras esta frase, estuvo un rato haciendo traducciones directas de los poemas e iba escandiéndolos con sus “¿No ven...?/ ... acá queda abierto...” Más allá de éstos y otros esfuerzos por salvar a Safo de ser Safo, su poesía pasó a la historia de la lírica amatoria entre mujeres e inspiró también la imitación de muchos poetas varones que compusieron rimas para sus amadas. Hay muchas traducciones de los poemas de Safo al español, entre ellas la de Bárbara Belloc y Alcira Cuccia, publicada hace poco tiempo por la preciosa y sofisticada editorial Patoenlacara. Es la única en nuestro idioma que reúne los poemas y fragmentos completos, y en ella las traductoras supieron preservar bellas las imágenes de la poeta eólica.

La sombra del animal. Vanesa Guerra


Sobre una tela de identidades diversas, emociones íntimas o cuestiones que nada tienen que ver con el amor o con el deseo se construye La sombra del animal. En el mundo que se aborda en el segundo libro de relatos de Vanesa Guerra, dialogan multitud de seres que conviven en un espacio desjerarquizado, presentados todos ellos en un mismo nivel de ilegitimidad, en su mismo extravío frente a la existencia. El libro posee una estructura descentrada y móvil, siempre desconcertante, llena de puntos en fuga. Lesbianas, heterosexuales, mendigos, gitanos, un turco, una travesti, una “vieji”, señoras que juegan a las cartas, conforman el entretejido social con igual protagonismo o prescindencia, y son expresados a través de un pluriverso formal que nada tiene que ver con los cánones de escritura, y menos aún con los cánones de la mirada. La sombra del animal es un libro bello, pero por sobre todas las cosas, libre.

Los Putos José María Gómez


Editado en 2008 por el sello MR de Planeta, Los Putos de José María Gómez traza una red amorosa entre varios hombres, que van tomando sucesivamente la voz narrativa. El tono es alto, y varía poco de un narrador a otro. En algunos de los personajes el discurso adquiere un tono místico, y las relaciones que se cuentan se caracterizan por darse invariablemente entre un hombre mayor, que asume el lugar “paternal”, y un joven que ocupa el “filial”. Un acierto del libro, muy bien escrito, cabe aclarar, es el contrapunto que juega el texto en relación con su título, y que daría una clave para una lectura paródica de la novela. La palabra “putos” puesta a funcionar para nombrar a estos personajes cuyo lenguaje refinado, fantasías y altos ideales amorosos nada tienen que ver con las connotaciones peyorativas del término, pone en cuestión la subjetividad de los personajes y la calidad de sus relaciones; del mismo modo lo hacen los clisés de erotismo sadomasoquista y los escenarios marginales en los que se mueven.


El corazón es un cazador solitario. Carson Mc Cullers


Hace dos años se reeditó por Seix Barral en español, y todavía se consigue, El corazón es un cazador solitario, la primera y acaso más entrañable novela de la norteamericana Carson Mc Cullers. El libro cuenta las peripecias de un grupo de personas de un pueblo del sur de los Estados Unidos, centradas alrededor de la figura del sordomudo John Singer, enamorado profundamente de otro sordomudo semiloco llamado Antonopulos, y con quien protagoniza algunas de las escenas más hermosas que puedan leerse en la literatura amorosa. Cualquier libro de Mc Cullers nos lleva a un mundo de coordenadas queer, en donde los personajes, tullidos, negros, enanos, homosexuales, definidos todos al margen de la sociedad en la que viven, conforman un universo “freak”, expresión de una sociedad decadente, pero también su único modo de resistencia. La comunicación entre los personajes está siempre interferida, hecho que los confina a la soledad, aunque insistan siempre en un renovado intento de unión.

lunes, 26 de julio de 2010

Helado de Espuma



Mi receta favorita entre las muchas de Cocina Ecléctica, enviada por Corina Aparicio de Pacheco, de París, a Juana Manuela Gorriti para formar parte del libro.

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HELADO DE ESPUMA
En los países fríos, así como en los que el invierno es riguroso -como en Bolivia y el Sur del Perú- se confecciona este delicioso helado, fácil también de obtenerse, durante la estación fría, en toda la provincia de Buenos Aires. Los habitantes de las Estancias pueden darse el placer de saborear diariamente en su almuerzo, el más exquisito de los helados. He aquí la manera de hacerlo: a las cinco de la mañana, llenan de leche hasta la mitad, dos tarros de lata o de zinc, iguales a los que usan los lecheros. Se les envuelve en cueros de carnero muy empapados en agua fuertemente sazonada con salitre, o a falta de éste, sal; y colocados sobre el lomo de un caballo se le hace trotar una legua, y con el mismo trote se le trae de regreso. La leche -que se habrá tenido cuidado de tapar muy bien, ajustando la cubierta del tarro- holgada en su recipiente, se sacude como el mar en borrasca, tornándose como él, espuma, que sube, llenando completamente el vacío del tarro, al mismo tiempo que el hielo, apoderándose de ella acaba por paralizarla. Así, cuando después del trote cotinuado de dos leguas, llega donde se le espera con fuentes hondas, preparadas a recibirle, quitados los tapones, dos cascadas de espuma congelada llenan los recipientes, y sazonadas con azúcar y canela, van a la mesa a deleitar el paladar de los gourmets únicos catadores dignos de estos deliciosos manjares. Puede también, aún en los países cálidos, obtenerse este rico helado, de la manera siguiente: En las primeras horas de la mañana, se pone sobre hielo sazonado con salitre, en una fuente honda, de lata o zinc, una cantidad de buena leche, a la que se pueda añadir una taza de crema, y sazonarla con azúcar y canela. Se harán dos manojos de la paja enhiesta que se emplea para las escobas; y con estas dos espátulas se bate la leche por ambos costados del recipiente. Con esta operación, en diez minutos, la leche se ha tornado espuma, y esta espuma ha llegado a una completa congelación.

miércoles, 7 de julio de 2010

La fe - fragmento

Las hojas que surgen del tallo y se alargan hacia las puntas tienen una textura tersa que siento debajo de los dedos al hacer presión. Esta percepción me impulsa a estudiar su composición vegetal (forma transmutada de la materia), y al quitar la mano, si quebré el tallo y quedó en los dedos el líquido espeso llamado savia, miro éstos atentamente, para medirles de un golpe el volumen. En el zoológico, el componente químico de la flora es alto. Los matices de luz y sombra tienen que ver con cierta necesidad lumínica de los cuerpos. En el transcurso del día que pasé allí, los animales apenas se movieron, y el vaivén de las hojas de los árboles dio la impresión de ir a otro ritmo que el humano. En este punto, la gente pasaba y se reía, y los niños corrían como monos. Cuando un rayo de luz tocaba una mano que alimentaba a un antílope, o cuando iluminaba el perfil de una mujer, caía una llovizna de polvo encendida. Sucedió en un momento que los ritmos difirieron. El estallido primero fue la descarga, después estaban los cuerpos vivos, movidos por la inercia. El principio que rige el movimiento de la materia es la energía, que puede ser idéntica entre dos cuerpos, o diferente, dependiendo del tiempo y el espacio, y de otras influencias externas. Fue por eso que vi en dos ocasiones distintas a una pareja de hombres golpearse, y pasadas unas horas, reírse con igual intensidad. Pero el signo era otro una y otra vez, y eso se entiende al considerar la energía circulante. En cuanto a los animales que vi, estaban viejos la mayoría, y deprimidos. Se percibía fácilmente si contemplabas sus auras apagadas. El ejemplo de ello fueron los dos elefantes con su cría. Eran viejos y muy arrugados, y con el rostro peludo. No tenían perspectivas. Observaban tristemente a la gente y se desplazaban con desgano. Tomo nota del traspaso de masas de energía unas hacia otras y de las columnas celestes.


El zoológico

El zoológico de Buenos Aires puede ser un sitio ensordecedor si no se llega temprano un domingo. Hay ponys en la puerta con sombreros mexicanos para los jinetes, y filas dobles de gente. El sol irradia sobre la vereda y leves fulguraciones rebotan en la chapa de los vehículos que giran por Plaza Italia. Una vez adentro del Zoo, en el serpentario, las personas se conglomeran alrededor de los recipientes, con los rostros iluminados por la extraña luz que surge de adentro. Los reptiles están quietos en la falsa vegetación. Noté que una iguana estaba embalsamada y puesta en el lugar de las vivas. A su lado, había tres huevos, y de uno de ellos salía un hijo, también embalsamado. Las personas pasaban rápidamente, sin detenerse a mirar si había una continuación del movimiento o si por el contrario, era ésta la posición final de los cuerpos anfibios. Por ende, la escena congelada podría titularse: “continuación de la cadena de la vida” o bien, “tras nacer, ¿qué pasa con el feto?”. Apunté: “La naturaleza animal y la naturaleza vegetal provienen del mismo origen líquido”. Algo hizo que me alejara repentinamente y saliera del reptilario en busca de una zona de silencio, lejos de los aullidos de las bestias, aunque es cierto que el sitio de las víboras era silencioso y allí se podía meditar con tranquilidad. Afuera encontré un lugar, próximo a los pastos centrales del predio, en donde caminan roedores de dos pies de altura. Estas clases de mamíferos sirven como centros telepáticos que transmiten información cifrada a otros niveles de consciencia. Tomé datos mediante el método observación-aplicación. De acuerdo a él, asocio la emoción registrada con otras que aparecieron a lo largo de mi vida y apunto, para clasificar. Tomar nota sobre esta evolución permite recabar datos que más tarde servirán a la interpretación de hechos y sucesos, y darán respuesta a los interrogantes: ¿Cuál es el sentido de mi vida? y ¿Cuál es mi lugar en el Cosmos? En la unión de los datos estará la clave para pasar por la puerta de la Totalidad. Tengo que estar atenta a las manifestaciones de Dios y otras energías, que son las pulsiones que alumbran en mi cuerpo las huellas de su constitución divina. El mundo material funciona (a) como guía, (b) como laberinto. ¿Encontraré el hilo de Ariadna? Claro que: “descifrar es crear”. El hecho vital se produce como resultado de la combinación de cada elemento registrado con otro de la secuencia. Mi trabajo consiste en la selección y primera clasificación de los elementos relevantes. El estado emocional nace de la acomodación interna, e impulsos exteriores como el amor y la fe. Cuando hay amor, los químicos se equilibran en el interior del cuerpo. De dónde surge el amor, no puedo precisarlo, pertenece a otro orden o nivel de consciencia que al entrar en contacto con el temperamento puede producir errores.

domingo, 27 de junio de 2010

Robert Mapplethorpe

Hasta el 2 de agosto en el MALBA, la muestra de Robert Mapplethorpe. De lo más bello que he visto en los últimos tiempos.




jueves, 24 de junio de 2010

La marcha evangélica (Texto publicado en Soy el 11 de Junio de 2010)

La marcha evangélica. Por Mariana Docampo (versión original - el texto fue editado con algunas modificaciones y agregados)


A través de varios medios me enteré de la marcha contra el matrimonio gay organizada por la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) y la Federación Confraternidad Evangélica Pentecostal (Fecep), que tuvo lugar el 31 de mayo frente al Congreso de la ciudad de Buenos Aires. En medio de un importante despliegue de pantallas y altoparlantes, los manifestantes fueron convocados para hacer una “gran plegaria a cielo abierto” a fin de frenar la aprobación de la ley que posibilita el casamiento entre personas del mismo sexo, proyecto que, según el decir de los pastores, verdaderos autorizados (vaya a saber por quien) para opinar sobre estos temas, “va en contra de los designios de Dios”. No faltaron bandas de rock cristianas y elocuentes predicadores. Sabemos de lo que es capaz el fanatismo religioso, y las energías humanas puestas a circular todas juntas en un mismo rectángulo apretado y lleno de cuerpos, con un miedo propio o implantado desde arriba (pirámide cuya cúspide, en este caso, está encarnada en una figura humana de saco y corbata y dama a un costado de pollera y sacón). Estuvo presente, claro está, la infatigable jefa de “cruzada anti-matrimonio gay” Cintya Hotton, hoy famosa por sus decires homofóbicos y que sin duda obtendrá su anhelada placa a “la guardiana de los valores de su país” en alguna post-vida menos progresista, y bajo el lema “un mensaje de los niños: queremos papá y mamá”, hubo cánticos y rezos y banderas de todo tipo, por ejemplo una con la imagen de una tuerca y un tornillo que aludía con dramática precisión a la naturaleza heterosexual del ciudadano, u otra con un texto que decía lo siguiente: “La familia es un decreto de Dios”. TN cubrió el evento y Valeria de San Pedro, la periodista, pidió la palabra de algunos manifestantes. Un señor exclamó: “Yo lo que quería decirles es que si se remontan a leer el libro del Génesis van a ver que Dios destruyó una ciudad que es Sodoma y Gomorra (no corrijo, por pudor) por el pecado de homosexualidad y de lesbianismo”. Otro señor, se hace lugar entre la gente y dice ante las cámaras: “lo normal es una madre amamantando a su bebé, un padre guiándolo hacia el fútbol u otros deportes, un matrimonio homosexual no cumple con esos requisitos”. No sé si reírme o llorar. La gente da vueltas con las manos hacia arriba mientras canta y clama, revolea los ojos y sortea las preguntas de Valeria San Pedro que finalmente acude a un pastor, que le dice “Si seguimos con estas ideas vamos a tener que sacar a Dios de nuestra práctica, de nuestra vida, porque esto es amor a la patria, amor a la familia y amor a los hijos... Nuestra patria está basada en la familia que está organizada, básicamente, por Dios”. La frase no requirió fundamentos teológicos, ni científicos, ni nada, fue una frase dada y punto final. Termina la nota. Con varios amigxs coincidimos en que más que enojo la “marcha anti-gay” de los evangélicos dio tristeza. Tristeza por los repetidores de la palabra del pastor, por la precariedad de las reflexiones, por la irracionalidad, la violencia que acarrean los miedos y el modo en que éstos limitan la comprensión de lo humano. Tristeza por quienes temerosos de la ira de Dios, ponen ciega confianza en quienes no la temen, y sostienen y solventan un sistema que en alguna de sus vueltas, o en toda su maquinaria, los deja afuera.

jueves, 10 de junio de 2010

Los herméticos de Rosacruz - Pessoa

"Se dice que los herméticos de la Rosacruz, secta esotérica y mágica, habían descubierto, desde el inicio de los tiempos, el secreto de la vida eterna, el elixir de la vida que, nunca muriendo, pasan de época en época, a través de los ciclos y civilizaciones, desapercibidos algunos, y con todo, por la grandeza de la cosa trascendental que crearon, mayores que todos los genios de la evidencia humana. De su secta es el precepto, que cumplen, de no darse nunca a conocer. Su presencia eterna, que vive al margen de nuestra trascendencia, vive también fuera de nuestra pequeñez."
De Fernando Pessoa, Escritos sobre ocultismo y masonería

viernes, 4 de junio de 2010

Los Razonamientos - Texto publicado en SOY el 14 de mayo de 2010

Los razonamientos. Mariana Docampo
El miércoles 5 de mayo, cuando varios diarios y canales de noticias habían anunciado la media sanción de la ley que posibilitaría el matrimonio entre personas del mismo sexo, el periódico La Nación presentó la noticia con el siguiente titular de tapa: “Avanza el polémico proyecto sobre el matrimonio gay”. Afortunadamente, ya estaba enterada de las noticias y fui al diario con tranquilidad, limitándome a mover de un lado al otro la cabeza a modo de queja por la realidad ofrecida, pero feliz por la constatada a través de otros medios. Ví entonces en el cuerpo del diario tres columnas que parecían dar prueba de una gran pluralidad de opiniones. La columna izquierda, escrita por Maria Rachid, se titulaba “Iguales ante la ley”, la derecha, “El orden natural”, firmada por Eduardo Sambrizzi, vicepresidente de la corporación de Abogados Católicos, y entre esas dos, una llamada “Punto Medio” firmada por Gladys González, diputada del Pro, y que lo único que tenía de punto medio era la posición de la columna, que estaba a equitativa distancia de una y otra. Por pura comodidad visual leí esta última, reservando mi simpatía para el punto izquierdo. La diputada decía: “Por qué imponerles un binomio (entiéndase a los niños en adopción) papá-papá o mamá-mamá, impidiéndoles recurrir a su elemental anhelo de convocar aun simbólicamente a su padre y a su madre?” Pasé mi atención al “punto derecho”, y entre otras cosas, que invocaban la naturaleza y el “justo orden social”, el abogado católico decía: “...la posibilidad de adoptar iría en contra del interés superior del niño...” Abordé entonces, la columna de Rachid, quien en un lenguaje fácil de entender para todo el mundo, sin ninguna pretensión intelectual y del lado opuesto a las teologías, libros sagrados y psicologías evolutivas, recursos todos que sirven para esconder un componente de profunda discriminación inherente sólo a lo humano, decía, entre otras cosas, lo siguiente: “Si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, quizás el padre de la novia de Natalia Noemí Gaitán no la hubiera asesinado por el hecho de rechazar la idea de que su hija fuera, según él, tan diferente”. En esta línea había otros ejemplos, menos puntuales pero con su mismo carácter no universal, de situaciones que no sucederían si el Estado dijera que somos iguales ante la ley, algo así —pensé— como que si papá-estado dice que esto está bien, entonces la mayoría empezará a pensar que está bien y actuará conforme a ello. La fórmula me pareció eficaz y acaso la única para poder lidiar en el campo minado de los discursos actuales. El razonamiento de Rachid, por simple que pareciera, era tan definitivo, tan determinante como el del “punto derecho”, y usaba sus mismos elementos pero con el signo cambiado, exigía la construcción de un dios a la medida humana de nuestra época. El dios-padre-estado, Ley, en última instancia, que debía forjarse en una verticalidad ascendente, redistribuyendo culpas y castigos, para que los “hijos” pudiéramos seguir pensando de la manera que el padre piensa, y detuviéramos el extravío psíquico y moral que este cambio representaba. Esto siempre y cuando y hasta cuando logremos formar en el futuro un nuevo y más justo orden social.

miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Qué es si no un trol?

“Me llaman trol,
Roedora de la Luna,
Gigante de los vendavales,
Maldición de las lluvias,
Compañera de la Sibila,
Arpía nocturna errante,
Tragona del pan celestial.
¿Qué es si no un trol?”

Según Wikipedia un trol (del nórdico troll) es “un temible miembro de una raza antropomorfa del folclore escandinavo. En los mitos, los trolles pueden ser desde gigantes diabólicos hasta taimados salvajes parecidos a hombres que viven blajo tierra en colinas o montículos, inclinados al robo y al rapto de humanos”.
Ocasionalmente, robaban incluso un bebé recién nacido, y dejaban a su propio vástago, un (bort)byting (“niño cambiado”), en su lugar.

lunes, 17 de mayo de 2010

Yukio Mishima



Tuve que estudiar, de chica (porque fui guía exploradora argentina), la historia de Juana de Arco, virgen y mártir. La repetí muchas veces, de memoria, en voz alta. Y mucho después descubrí este texto de Mishima, en "Confesiones de una máscara". Lo transcribo:

"Hay otro recuerdo primerizo, referente a un libro con ilustraciones. Aprendí a leer y a escribir a los cinco años, y todavía no pude leer el texto de aquel libro, por lo que ese recuerdo seguramente se remonta también a mis cuatro años.

En aquel entonces tenía varios libros con ilustraciones, pero me encapriché, total y exclusivamente, por aquel libro y solo por aquel, y además a causa de una sola reveladora ilustración. Podía pasar tardes enteras, tardes aburridas, dedicado a contemplar aquella ilustración y a soñar, pero si alguien se acercaba al lugar en que yo me encontraba, me sentía culpable sin razón alguna y me apresuraba a pasar la pagina. La vigilancia de una enfermera o de una niñera me resultaba insoportable. Ansiaba gozar de una vida en la que pudiera contemplar aquella ilustración todo el día. Cuando abría el libro por aquella página, el corazón me latía más de prisa. Las restantes páginas nada significaban para mí.

La ilustración mostraba a un caballero en blanco corcel y con la espada en alto. El caballo, dilatados los ollares, golpeaba el suelo con sus poderosas patas delanteras. En la armadura del caballero había un hermoso escudo de armas. El caballero, de bello rostro, miraba por la celada y blandía la temible espada, recortada contra el cielo azul, enfrentándose con la Muerte o, por lo menos, con un objeto que le atacaba rebosante de maligno poderío. Estaba yo convencido de que aquel caballero moriría en el instante siguiente. Si volvía la página, le vería sin la menor duda en el instante de morir.

Antes de que se adquirieran los conocimientos precisos, no cabe duda alguna de que existe un recurso en cuyos méritos las ilustraciones de un libro pueden ser transformadas en lo que serán “en el instante siguiente”.

Pero un día mi institutriz abrió aquel libro precisamente por aquella página. Y, mientras yo dirigía una rápida mirada de soslayo a la ilustración, dijo:

— ¿Sabe el señorito la historia de este cuadro?
— No, no la sé.
— Parece un hombre, pero es una mujer. De veras. Se llama Juana de Arco. La historia dice que fue a la guerra vestida de hombre, y que así sirvió a su patria.
— ¿Una mujer?
— Me quedé de una pieza. La persona que yo creía era él, resultó ser ella. Si aquel hermoso caballero era una mujer, ¿no quedaba todo reducido a la nada? Incluso ahora siento repugnancia, profundamente arraigada y de difícil explicación, por las mujeres vestidas de hombres). Esa fue la primera “venganza de la realidad” que la vida me deparó, y me pareció una cruel venganza, que se cebaba de modo principal en las fantasías que acariciaba referentes a la muerte del caballero, de él. A partir de aquel día hice caso omiso del libro. Ni siquiera lo cogí. Años después descubriría la glorificación de la muerte de un bello varón en una poesía de Oscar Wilde:
Fair is the knight who lieth slain
A mid the rush and reed...*"
(*bello era el caballero que yacía muerto entre las canas y los juncos)

domingo, 16 de mayo de 2010

La vaca Pampa



Pampa es la primera vaca clonada en Argentina, nació el 6 de agosto de 2002. El objetivo de la clonación fue crear un "tambo farmacéutico" conocido como la Dinastía Pampa.

Bio Sidus S.A., empresa de biotecnología que llevó a cabo el emprendimiento, junto con investigadores del Conicet, la UBA y el INTA, explicó: "Para la gestación de Pampa se transfirió por fusión celular el núcleo de una célula de feto bovino de raza Jersey a un óvulo previamente desnucleado, generando de esta manera un ovocito activo capaz de dividirse en forma similar a lo que hubiera ocurrido por fecundación natural. El embrión obtenido in vitro fue implantado en el útero de una vaca adulta de raza Aberdeen Angus que cumplió el rol de madre sustituta durante 278 días de preñez hasta el alumbramiento de Pampa".

Con el nacimiento de Pampa, la Argentina se ubicó entre los nueve países del mundo que fueron capaces de clonar vacunos.

Actualmente hay varias vacas clon en el tambo farmacéutico (Clara, Dulce y Mansa, hermanas de Pampa, y portadoras de un gen humano), y un ternero clon llamado "Pampero".

Bio Sidus presentó en 2007 la Dinastía Patagonia: Las terneras Patagonia I, II, III y IV nacieron entre febrero y marzo de 2007. Son cuatro terneras de Raza Jersey que poseen en su material genético el gen del precursor de Insulina humana.

jueves, 13 de mayo de 2010

Inmanuel Swedenborg

Inmanuel Swedenborg, intérprete celestial de reinas y nobles. Dos fragmentos que corresponden a su encuentro con los espíritus y habitantes del planeta Júpiter, que vieron a través de sus ojos:

"He sido informado por los ángeles que la primera expresión en el habla de cada planeta se realiza a través de los gestos del rostro, y principalmente mediante los ojos y los labios. La razón de que esto sea así es que el rostro fue creado para representar aquello que el hombre piensa y desea. En consecuencia, se conoce al rostro también como el modelo e índice de la mente".

Y antes:

"Respecto a las caras de los hombres de nuestra Tierra, que vieron a través de mis ojos, dijeron que no eran hermosas y que la belleza que poseían se debía a la tersura de la piel, pero no a las fibras y músculos del interior del cuerpo. Se sorprendieron de ver que las caras de los hombres estaban cubiertas de verrugas y pústulas o desfiguradas de alguna otra manera, y dijeron que tales rostros no se ven jamás entre ellos. Sin embargo, encontraron algunas caras que les agradaron, tales las que sonreían y estaban alegres y las que ofrecían alguna ligera prominencia alrededor de los labios.
La razón de que les agradaran los rostros con ligeras protuberancias en la zona del rostro que corresponde a la boca, era a causa de que su forma de hablar estaba influida mayormente por el rostro, especialmente por la zona junto a los labios, y también debido a que nunca fingen, es decir, nunca hablan cosa que se aparte de su pensamiento, así es que no constriñen su rostro, sino que dan rienda suelta a su capacidad de expresión, pero esto no es lo mismo con los que desde la infancia han aprendido a fingir: el rostro de éstos está, en consecuencia, constreñido desde el interior, y también desde el exterior. Más bien está siempre presto a constreñirse o a relajarse, según dicte la malicia. La verdad de todo esto puede verse a través de una inspección de las fibras musculares de los labios y partes añejas, pues es inmenso el número de fibras que existen en esta zona del cuerpo, habiendo sido creadas no solo para la masticación y para expresar palabras, sino también para expresar las ideas de la mente".

Una vaca en La Pampa


jueves, 1 de abril de 2010

El Molino. Texto de presentación. Por Teresa Arijón

Los ominosos traslados de una sagrada familia
Por Teresa Arijón, Diciembre 2007

El molino, de Mariana Docampo, parece tener su origen en “una anomalía del destino” — que la autora no juzga y sólo se limita a enunciar y presentar. Como dijera Pasolini de Moravia en Descripciones de descripciones — su sola intervención es una “delicadeza impersonal que consiste en transferir, sin que el lector lo note, esa anomalía del destino y sus consecuencias a otro orden expresivo: simbólico o metafórico”.
Mariana inicia su novela con un ábrete sésamo, la consabida artimaña que algunos llamamos epígrafe y que en este caso dirige la lectura como una flecha, pero de rumbo incierto — una cita bíblica que reza: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto.
Y de inmediato irrumpe el texto — parco, desadjetivado: Papá volvía de noche. Llegaba después de que nosotros nos dormíamos. Y se iba horas antes de que despertáramos. Yo no lo conocía.
Y así se inicia ese traslado ominoso del que hablaba Pasolini: transformar en metáfora la vida cotidiana de una familia numerosa, católica, amiga del cura párroco, sacrificadora de gatitos por horror a las castraciones, que configura el pesebre viviente en las Navidades y se cree, qué duda cabe, un alter ego de la sagrada familia por derecho propio, por estar sentada a la diestra del padre. Pero el padre — que es visto y enunciado como imagen y semejanza del buen Dios de larga barba — es también un padrecito Stalin, un fanático que agita los brazos con vehemencia y conduce a sus hijos y a su mujer hacia el peligro: que él llama aventura.
Todo pasado por los ojos de una nena, Juana, ni muy chica ni muy grande. La familia de Juana —sagrada por vocación, no por mandato divino, y he aquí la anomalía del destino — no huye a Egipto a lomo de burro: se interna en un auto grande y destartalado en los llanos de la provincia de Buenos Aires y en otras tierras inestables y argentinas que siempre parecen amenazarla con sus criaturas: el chancho salvaje que acecha en el fondo del pantano, los urúes traidos de Africa en el siglo xvii por los españoles, algún cuero de animal muerto que imprevistamente podría animarse, huesos pelados por los caranchos que de noche encarnan la luz mala.
¿O la amenaza está, más bien, en la voz del padre? Porque esas criaturas de la maravilla jamás se hacen presentes: sólo son nombradas por ese padre que habla solo, canta, salmodia, esclarece a los ignaros, ríe como un loco, le pega cinturonazos al aire, predica — y todo a campo abierto. Y siempre con inminencia de tormenta — el castigo del cielo.
Y la madre prolífica, abnegada con su séquito de hijos y la cría prendida al pecho, en brazos o tironeándole de la falda. La madre que cumple rigurosamente su papel de paridora y su función mediadora pero siempre parece un poco distraída, en un precioso estar en otra parte. Y los hijos en fila india, obedientes y curiosos: un ejército de siemprelistos con su arsenal de juguetes medio rotos. Una imagen, diríase que habitual, de una clase empobrecida desde su gestación.
Y el ritual, en este contexto pagano, de la gallina descuartizada como contrapunto al ritual sacralizado de la misa católica. Y el gato negro que siempre cruza la escena, con la cadencia del mal agüero. Todo es escandido aquí, escanciado: la lluvia, el muñeco manco semienterrado que asoma sus ominosos atributos plásticos, las pisadas de una nena entre las flores, el cruce de un charco de agua sucia para conocer por fin al padre, la luz de una linterna, el molino de aspas inútiles al que se llega y no se llega, el árbol del ahorcado, la infancia como locus de una inocencia siniestra.
Y los exterminios, las ubicuas matanzas de lo que Theodore Roethke llamaba “criaturas indefensas, inermes, desamparadas”: una gata muerta de un balazo por mano anónima, gatitos recién nacidos abandonados por la familia de Juana en las vías del tren para alimento de las jaurías, una mujer que mata a su hija de dos años volcándole encima una olla de agua hirviendo, más gatitos arrojados de patitas temblorosas a un cruce de ruta plagado de camiones, una babosa ahogada en sal, un sapo aplastado, un pescado que boquea, los gatos grandes descendientes de la vieja gata paridora tradicionalmente envenenados en el instituto Pasteur, el perro rabioso —Dokán— que mordió al padre antes de morir con las fauces llenas de espuma.
De todas las criaturas sacrificadas se dice — por suerte no sufrió, no se dio cuenta, esa muerte no duele, cosas así.
Pero, siguiendo la anomalía del destino, un animal escapa — por su misma naturaleza — a la matanza generalizada: la rata gorda y negra que mordisquea el pollo de la fiesta de Navidad. Una escena que paraliza por lo oscuramente verosímil, por la violencia de las asociaciones: cuando la madre abre la puerta del horno, todos los comensales ven a la rata relamiéndose en la asadera, menos dos de las chicas. Todos miran para abajo, la rata huye, y la madre les sirve el pollo a las chicas. Que lo comen riéndose un poco, porque se dan cuenta de que algo raro pasa, pero no saben bien qué. Y el padre que se burla y las alienta a comer un alimento inmundo. Y ese es el tono de El molino: el de un sarcasmo pausado, pasmado, que cae por su propio peso. No se trata de una truculencia buscada o cultivada, sino de impecable observación de los hechos con fogonazos de humor negro. Como si Mariana hubiera capturado con una cámara fotográfica muy antigua la verdadera entidad de esa familia — que es un secreto a voces.
Y concluye el traslado — es decir la novela familiar — con otra cita: “No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino”.
La imposición de la palabra bíblica como una imposición de manos — ¿hacia la sanación? ¿hacia la salvación?
La sanación —liberanos a malo, líbranos del mal— sería acaso alguna forma de libertad: por ejemplo la escritura para el personaje ya adulto de Juana.
La salvación... ¡ah! En la metafísica cristiana, eso siempre depende del Padre.
Y en esta ficción el padre sofoca, a mansalva.

lunes, 29 de marzo de 2010

El Molino - Por el camino menos transitado (Carolina Esses - Nota en Revista Ñ)

Por el camino menos transitado
Por Carolina Esses
Revista Ñ, Nro. 301, Sección: Narrativa argentina, página 22, 4 de Julio 2009

Que la división entre géneros literarios es simplemente una convención que nada tiene que ver con el lenguaje, no es nada nuevo. Ahí están los grandes para demostrarlo: Di Benedetto, Macedonio Fernández, por sólo nombrar un par. Sin embargo y a pesar de que la poesía argentina de los últimos años sí pareciera, muchas veces, asumir recursos propios de la narrativa (trama, argumento, etc.), esta última, por el contrario, no parecía tan permeable al lenguaje poético. Por eso es interesante detenerse en algunos libros publicados recientemente donde se ve la construcción de una estética distinta. Es el caso de Las Anfibias de Flavia Costa, (Adriana Hidalgo, 2008), Frío en Alaska de Matías Capelli (Editorial Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2008), La sombra del animal, de Vanesa Guerra, (Bajo la luna, 2008) y El molino, de Mariana Docampo (Bajo la luna, 2007).

En cada uno de ellos se lee algún desborde, un leve o exasperado desacomodamiento, cierta incomodidad en relación al lenguaje que hace que queden desestabilizadas categorías como la de personaje, narrador o verosímil. No es de extrañar, entonces, que un epígrafe de Clarice Lispector abra el libro de Capelli. Ni que Docampo y Guerra encuentren en ella un referente de experimentación y búsqueda -¿cómo narrar después de Lispector?, se preguntan- o que en el Post Scriptum de su novela Costa la nombre como una de sus fuentes de inspiración. “Escribir es una piedra lanzada a lo hondo de un pozo”, decía la autora en Un soplo de vida. Estos narradores parecieran asumir el vértigo de esa piedra, la pregunta por la narración, ajenos a las expectativas que suelen abrir categorías como novela o relato.

Una niña rapada, su padre, un centinela, mujeres llamadas anfibias son algunos de los personajes de la novela de Costa, heredera de los universos mitológicos o de la imaginación de Ursula K. Le Guin. En los depurados fragmentos que conforman los capítulos, las palabras adquieren su valor más extraño –y por extraño más alejado de su connotación habitual. Como si a la hora de escribir su primer libro de ficción Costa–periodista, investigadora- quisiera quitarle al lenguaje todo su valor utilitario, manifestando su capacidad de nombrar, como la primera vez, a través de un castellano donde conviven tanto neologismos como expresiones que remiten al español peninsular. ¿De qué idioma se trata? La respuesta podría estar en la belleza de las mujeres de Belinston, esa región donde se imagina la historia, una belleza desfasada, ambigua y extraña, similar a la de textos como La araña, de Lispector, o más cerca aún, Los días sentimentales de Nicolás Peyceré. Al igual que en el caso de Docampo, en Costa surge, inevitable, el nombre de Diana Bellessi como una presencia –ella también, tan cercana a Le Guin- importante a la hora de pensar, cada una, su escritura.

El universo de Macedonio Férnandez, el humor de la prosa de Alejandra Pizarnik o el trabajo con la palabra de Sara Gallardo en la novela Eisejuaz o en los cuentos de El país del humo, son algunas de las líneas hacia atrás que se pueden trazar partiendo de los cuentos de Vanesa Guerra. Relatos donde el narrador –siempre diferente- se disuelve en una multiplicidad de voces que remiten a la formación psicoanalítica de Guerra. Y no está mal regresar un poco a un yo múltiple en medio del auge de las llamadas autoficciones (relatos en primera persona, realistas y generalmente autobiográficos) que invaden la producción de jóvenes y no tan jóvenes escritores. Como contraposición a esa primera persona la opción es regresar al estallido del yo; como contraposición al argumento pensado como motor del cuento, la escritora se detiene en la construcción de estados de ánimo que se desarrollan en los claroscuros del discurso –a veces prosa, por momentos verso- sin perder de vista la tensión de la trama.

“Me gusta pensar la ficción”, dice Guerra, “como aquello que se perdió”. La afirmación sirve para entrar, también, en la narrativa de Capelli, quien al igual que Guerra destaca entre sus lecturas a Marcelo Cohen. Las lagunas de la memoria, la dispersión, un estado de la conciencia suspendida por el alcohol o el sueño son recursos que el escritor utiliza para poner en cuestión la posibilidad de registrar lo real. Cada relato se construye superponiéndose o completando el anterior. Las frases plantean ciertas elipsis –la ausencia de determinados nexos causales, por ejemplo- que las hacen más cercanas al lenguaje poético que a formas propias de la narración. Quizás se trate de seguir ese “principio de incertidumbre” que da título al primer relato y que remite al nombre de uno de los libros de Joaquín Gianuzzi (Principios de incertidumbre) cuya poesía fue decisiva para toda la generación de poetas con la que Capelli se formó: “leí bastante poesía argentina contemporánea, de los últimos quince años”, comenta, “en mucho casos encuentro ahí cosas más interesantes que en la narrativa de los mismos años”. Como el personaje, siempre desfasado, el lector debe volver constantemente sobre sus pasos para comprender que el argumento se encuentra, al igual que el recuerdo, plagado de fisuras.

Mariana Docampo comparte con Guerra la pasión por Sara Gallardo, y con Capelli y Costa la influencia que proviene de la poesía. “Separada de la poesía, la narrativa pierde su posibilidad de vuelo”, dice. Quizás de los tres su novela, El molino sea el texto que más se acerca al género. Pero sólo en apariencias. Porque de lo que se trata es de poner al descubierto la máquina realista –esa que Stendhal y Balzac y más tarde Flaubert armaron y desarmaron para sorpresa del lector ingenuo- a través de la voz de una niña que cuenta su infancia con el distanciamiento de un narrador omnisciente. Los personajes –la madre, el padre, los muchos hermanos- se mueven, por momentos, como caracteres manipulados por una mirada naturalista que no tarda en develarse artificiosa: la escena de escritura presente en la novela remite a la de una cartógrafa que arma y desarma el recuerdo. La pregunta es por el objeto de la narración y por el yo como centro ordenador del relato. Desenmascarado el artificio realista, lo que queda es un aparato discursivo que la novela explora al máximo.

Lejos de cualquier división generacional –Guerra, por ejemplo, es del 65 y Capelli del 82- lo que une a estos escritores es la construcción de un proyecto narrativo cuyas filiaciones se encuentran en caminos que no son los más transitados dentro de la última narrativa argentina. El resultado es una serie de textos en los que los elementos del relato aparecen entretejidos, escondidos o asomados detrás de la porosidad de un lenguaje cuyos matices y potencia poética nunca se deja de lado.